De esas veces que tienes tanto coraje por algo que lo único que deseas es chillar. Pero me doy cuenta que el lío en el que estoy me lo busqué solita, aferrada a hacer las cosas de manera presurosa, sin pensar en realidad lo que haría... y sobre todo ese maldito defecto que tengo de aferrarme a las cosas materiales.
Si hay algo que odio es faltar a mis promesas. Odio cuando la gente no cumple su palabra, pero odio más cuando yo misma soy la que no cumple lo que promete.
Sin duda siento una presión muy fuerte encima, y nada de esto hubiera ocurrido sino me hubiera aventurado tan insensatamente en adquirir compromisos de los que no estaba segura si podía cumplir o no.
En fin, a apechugar se ha dicho y a buscar la manera de salir adelante.
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